viernes, 10 de octubre de 2014

EL VALLE DUNKIN

En tierras lejanas , en el valle Dunkin existen muchas familias, cada una de ellas ha sido históricamente la creadora y conservadora de las recetas de muchos deliciosos platillos, entre estos tenemos la familia de las Donuts, quienes creaban de muchos tipos , rellenas, cubiertas, anillos caseros y muchas más, de muchos sabores y hermosos colores; existe también la familia de los sándwiches, quienes han sido contradictorios a las donuts, según ellos solo han servido para endulzar la vida de las personas  hasta llevarlas a olvidarse de lo que verdaderamente alimenta, y ha llenado las calles de niños corriendo extasiados con el exquisito sabor en sus paladares de sus rellenos y las chispas de chocolate que adornan sus formas.
En la parte norte del valle existía un frondoso bosque, lleno de criaturas fascinantes y en cuyos claros se cultivaban las mejores clases de café que daban lugar a las exquisiteces que creaba la familia del café, capuchinos, lattes , espressos y muchos otros dejaban un aroma particular en el aire que deleitaba a extraños y habitantes que por allí transcurrían.
Cierto día en el que la lluvia descargaba sus gotas con fuerza sobre el suelo cruzaba por el bosque una hermosa jovencita de la familia donuts, algo incomprendida y llena de ilusiones y sueños, anhelaba algún día terminar con los conflictos entre su familia y a quienes ellos reprochaban; ese día corría con sus lágrimas ocultas por la fuerte lluvia, en sus manos llevaba su creación, esa que había sido despreciada por sus cercanos por ser algo simple a la vista, pero que había sido preparada de forma cuidadosa y con mucho entusiasmo por la joven, mientras ella corría de forma  descuidada tropezó con una piedra, y cayó al suelo desconcertada, se dio cuenta de que aquello que había creado con el lodo y con la lluvia se había echado a perder, se levantó y cuando lo hizo vio que en frente suyo había otro joven, con aspecto desdeñado y con mucha tristeza en su rostro…
En la familia de los sándwiches existen muchas recetas con muchos ingredientes, muchos tipos de panes, pero ninguna tan extraña como las que un joven creaba, el, quien había encontrado una amiga y compañera aquel día en el bosque tenía una alocada idea, descabellada para quienes decían ser sus amigos, pero comprendida por aquella joven incomprendida, que extraña ironía, él y ella habían decidido que juntos cambiarían su mundo, su familia, sus costumbres y aquello que los separaba, unirían sus recetas, y al final, terminarían uniendo más que eso.
Una deliciosa donut de miel, algo sencilla si no se conocía su sabor, algo simple si no se tomaba el tiempo necesario para comprender su razón de ser, sería el complemento perfecto para los ingredientes que el joven deseaba unir, una esponjadita tortilla de huevo, preparada delicadamente pero conservando todo su sabor, tocinetas de la mejor calidad, y el queso más delicioso que por allí se podría encontrar; no sabían si convertir estos ingredientes en el relleno de una donut o si convertir esta en parte de un sándwich, al final, la donut termino siendo la parte superior e inferior de aquel centro que conservaba los mejores ingredientes.
Desde aquel día y aunque no de forma fácil, aquella nueva receta cambiaría el rumbo del valle, llenando de alegría a aquellos que sin ir más allá del placer que les brindaba, disfrutaban cada día de lo mejor que de estas dos familias había podido salir, sin ser donut, sin ser sándwich, sería la perfecta excusa para que muchos, muchos volvieran a sonreír.




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